Mis hermanos, en esta celebración nos reunimos para reafirmar nuestra fe y nuestra vocación como hermanos menores capuchinos de São Paulo y de Chile, volviendo a las fuentes que dan sentido a nuestra vida: la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía.
Inicio este servicio que ustedes, mis hermanos, me han confiado en tres marcos muy importantes de nuestro carisma: la conclusión de la celebración de los 800 años del Cántico de las Criaturas, que nos recuerda la belleza de la fraternidad universal somos todos hermanos; el Año Jubilar de la Esperanza, que nos invita a renovar la confianza en Dios y en su promesa; y la conmemoración de los 800 años en que nuestro seráfico Padre San Francisco entró en el misterio de Dios por medio de la hermana muerte. Son signos que iluminan este nuevo tiempo y nos llaman a vivir con gratitud, esperanza y fidelidad el don de nuestra vocación capuchina.
Hoy, reunidos en oración y gratitud, celebramos no solo un cambio de servicio, sino la continuidad de una historia y de una misión: la misión de vivir y testimoniar el Evangelio al estilo de San Francisco de Asís, en la sencillez, en la fraternidad y en la alegría del Espíritu. Al asumir el servicio de Ministro Provincial de la Provincia de São Paulo y Chile, siento profundamente el llamado a la escucha y a la comunión.
El ministerio no es un título, sino un compromiso: el de servir a los hermanos, animar la vida fraterna y misionera, y cuidar el carisma que el Señor ha confiado a nuestra Orden y a la Iglesia. Asumo este servicio, este ministerio, con el corazón agradecido por todos los hermanos que, con fe y dedicación, han construido esta historia.
Llevo conmigo la conciencia de que el liderazgo entre nosotros es siempre servicio humilde, cuidado mutuo y búsqueda constante de la voluntad de Dios. Pido al Señor que me conceda sabiduría para discernir, paciencia para escuchar y valentía para caminar junto a todos ustedes, mis hermanos, especialmente con los más frágiles, los pobres y los olvidados. Que juntos podamos ser signo de esperanza y de reconciliación, allí donde la vida gime y donde el Evangelio aún necesita ser anunciado.
A las fraternidades de São Paulo y de Chile, expreso mi deseo de comunión: somos una sola familia, unida por la misma gracia y por el mismo ideal franciscano. Que las distancias geográficas nunca debiliten nuestra cercanía espiritual y fraterna.
Mis hermanos, asumo este servicio con la certeza de que Dios siempre elige a los insignificantes para renovar y dar un nuevo sentido a la obra de sus manos. Hoy renuevo mi deseo de no ser nada en las manos del Señor, para que Él me conduzca siempre por el camino del bien, del cuidado de cada uno de ustedes y del celo por nuestro modo de vida como hermanos menores capuchinos en São Paulo y en Chile.
Confío esta misión a la intercesión de Nuestra Señora la Inmaculada Concepción, de San Francisco y de todos nuestros santos capuchinos. Que el Espíritu del Señor, que siempre nos guía, continúe renovando en nosotros el ardor del primer amor y la alegría de ser menores.
De la Fraternidad San Antonio, Serra de Sao Pedro/SP-Brasil,
30 de octubre de 2025.
Fraternalmente,
Hermano Mauricio Silva dos Anjos, OFMCap.
Ministro Provincial
