“El Cántico de las Criaturas”: La Vida Como Canto al Creador.
Mis hermanos de la Delegación San Francisco de Asís de Chile, mis Hermanas Clarisas Capuchinas del monasterio de la Santísima Trinidad de Santiago y del Monasterio Santa Clara de Pucón, mis hermanos y hermanas, laicos y laicas capuchinos, nuestra juventud capuchina (CAMJOCAP) y de la OFS, al pueblo de Dios simpatizante con nuestro carisma franciscano, deseo qué ¡El Señor te dé la Paz!
Mis hermanos y hermanas, francisClariana de las tierras chilenas, hoy, 11 de enero de 2025, con mucha alegría, juntos estamos llamados a iniciar otro centenario: Los 800 años del “Cántico de las Criaturas”.
El «Cántico de las Criaturas«, es una obra que sigue inspirando y tocando el corazón de todos nosotros. San Francisco, con su profunda conexión con la naturaleza y su visión espiritual, nos dejó este cántico como un legado de amor, humildad y reverencia por toda la creación, promoviendo a través de su vida uno de los poemas más sublimes y trascendentales en la historia de la espiritualidad: «El Cántico de las Criaturas». Este cántico, escrito en un período de enfermedad y sufrimiento hacia el final de su vida, representa no solo un testimonio de fe, sino también una alabanza profunda y genuina a Dios a través de la naturaleza.
El nacimiento del Cántico, en el momento más maduro de toda una existencia mística, reproduce en su espíritu, en su cuerpo la intimidad con el Señor, representando la cumbre de una opción radical del seguimiento de Jesús, en un lenguaje propio del Cántico, la alabanza, “Alabado seas» al «Altísimo, omnipotente, buen Señor» (Cnt 1,1). En él, podemos ver que Francisco experimentó una conversión radical que lo llevó a abrazar una vida de pobreza y humildad. Su amor por toda la creación fue una manifestación directa de su amor por el Creador. Así, «El Cántico de las Criaturas» surge como una expresión de esta conexión íntima y reverente con todas las formas de vida.
La originalidad del cántico reside en su simplicidad y en la forma en que personaliza los elementos de la naturaleza, llamándolos «hermanos» y «hermanas». Este lenguaje fraternal no solo humaniza la creación, sino que también subraya la interconexión de todos los seres con el Creador. San Francisco ve el ser humano y toda la creación como un reflejo de la divinidad, y su poesía nos invita a contemplar la obra creadora de Dios. Nos convenció a tener una relación de respeto y reverencia a toda la obra creada, pues El Dios que mora en mí saluda al Dios que mora en ti.
El cántico nos enseña a ver la vida misma como una sinfonía dirigida a Dios. Cada acto de bondad, cada momento de agradecimiento, y cada interacción con la naturaleza puede ser un himno de alabanza. En este sentido, San Francisco nos invita a vivir en armonía con el mundo que nos rodea, reconociendo en él la presencia constante del Creador.
A través de «El Cántico de las Criaturas», somos invitados a redescubrir la belleza y la sacralidad en lo cotidiano. Este poema no es solo un testimonio de fe, sino un llamado a vivir con una conciencia profunda de la interrelación de todas las cosas. En nuestra existencia diaria, podemos encontrar la oportunidad de alabar al Creador, transformando nuestras vidas en un cántico continuo de gratitud y amor, donde cada elemento de la naturaleza, desde el sol hasta la luna, el agua y el fuego, participa en una sinfonía divina.
El mensaje de «El Cántico de las Criaturas» es claro para nosotros: debemos vivir en armonía con la creación, adoptando una mentalidad de respeto y cuidado hacia nuestro entorno. La crisis ecológica actual es un llamado urgente a reevaluar nuestras acciones y a trabajar juntos por un futuro más justo y sostenible. En este sentido, el mensaje central del «Cántico de las Criaturas» radica en su originalidad y simplicidad, al destacar la relación íntima y amorosa entre la creación y su Creador. Esta obra nos anima a valorar y respetar el mundo natural como una expresión del amor divino y a vivir en armonía con todos los seres vivos.
Al integrarnos en la familia franciscana del siglo XXI, somos llamados a ser agentes de cambio, promoviendo la paz, la justicia y la integridad de la creación. Siguiendo el ejemplo de San Francisco, podemos transformar nuestras vidas y nuestras comunidades en un canto diario de gratitud y amor hacia el Creador y su obra.
Que cada uno de nosotros, inspirado por «El Cántico de las Criaturas,» encuentre formas concretas de vivir esta visión en nuestro día a día, y que nuestras acciones reflejen la belleza y el cuidado amoroso de Dios en el mundo.
Fraternalmente,
Hermano Mauricio Silva dos Anjos, OFMCap.
Delegado Provincial
