La partida de un Hermano es primero un signo de esperanza. Estamos llamados en Cristo a ser sembradores de su palabra y de su amor en la tierra, a ser misioneros de la presencia de Dios en la vida, a salir de nuestras casas y, muchas veces, a vivir en otra cultura y nación para ser un instrumento de la Paz que solo Jesús puede ofrecer.
Cumplir nuestra misión para celebrar en el cielo la alegría de los frutos generados por nuestra dedicación, para encontrar a nuestro Señor y entregar en forma de gratitud nuestros trabajos, esfuerzos y dedicación para su Reino. Así sucedió con Francisco, un hombre sencillo que dedica su vida a conocer profundamente la intimidad con Dios, a vivir en la pobreza su gran riqueza, en la castidad su verdadero amor y en la obediencia a su verdadera libertad.
En este sentido, todos los hermanos menores son llamados a vivir su vocación en esta increíble misión en la tierra, proclamando el Reino de Dios, viviendo su vocación como siervos menores siguiendo las huellas del Señor. Así sucedió en Francisco, así sucedió en Benito.
Celebramos su partida a la presencia del Señor en la esperanza de la vida eterna, donde todos nosotros un día vamos a tener nuestro encuentro eterno con Aquél que es la propia vida.
Rezamos hoy por el descanso eterno de nuestro querido hermano Benito y agradecemos a Dios por su vida donada por su Reino, por la fraternidad y por su misión realizada entre nosotros.
Compartimos con ustedes las fotos de la celebración de las exequias de nuestro querido Hermano Benito Villarroel.