Felicidades, hermanas y hermanos, por el gran regalo que el Padre nos da: Jesucristo, que, siendo Dios, se hizo humano, pobre, hermano, solidario en todo con nosotros.
La Navidades distinta este año, en medio de la pandemia, marcados por la vulnerabilidad. Nos recuerda la primera Navidad, en la que no hubo festejos ni abundancia, sino pobreza y frío. Nació en un pesebre, en el lugar en que vivían los animales. Los primeros en vivir el acontecimiento, con María y José, fueron los pastores, que en aquel tiempo eran los más pobres, despreciados por los pudientes y religiosos.
En la situación concreta en que estamos Jesús quiere nacer hoy en nuestros corazones, dándonos el regalo de su Amor y Paz, para que a través de nosotros vaya hacia los demás, a los más cercanos y a los que más están sufriendo.
Francisco de Asís lloraba de alegría al contemplar este misterio del Amor que se abaja, de Dios que se hace niño frágil, necesitado de todo. Quiso representar el misterio de la Navidad con el pueblo. Dios se ha hecho hermano y nos enseña a ser hermanos, a vivir como hermanos, respetándonos, aceptándonos en nuestras diferencias, compartiendo, perdonándonos de corazón, siendo solidarios.
Termino con una cita un poco larga del Papa Francisco en su Carta Encíclica sobre la Fraternidad y la amistad social:
“Anhelo que en esta época que nos roca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: “He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente…Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia adelante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos” (Fratelli Tutti, 8).
Que María y José nos ayuden a vivir una Navidad cristiana,
Hno. Miguel Ángel Áriz
Ministro Provincial
Santiago, 21 de diciembre 2020
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