Con una eucaristía celebrada en la Catedral Metropolitana de Santiago, este sábado 11 de enero, se oficializó la toma de posesión de Mons. Celestino Aós, Capuchino, como Arzobispo Metropolitano de Santiago.
Nuestro hermano fue acompañado por, su hermana y cuñado, la Conferencia Episcopal de Chile, el clero de la ciudad de Santiago y cientos de feligreses que se congregaron para hacer oración por el nuevo gobierno arquidiocesano.
En la oportunidad, Mons. Celestino recibió el nombramiento pontificio de manos del Nuncio Apostólico Mons. Alberto Ortega quien, leyendo palabras del Papa Francisco, lo instó a servir y guiar al pueblo de la aquidiócesis.
En su homilía Mons. Aós, exhortó a que la Iglesia de Santiago pueda rezar por él y por su servicio. «El obispo es un cristiano que debe buscar el rostro de Dios, que reza “venga tu Reino, hágase tu voluntad”. El obispo sabe de dificultades, de cansancios, de soledad y de luz, sabe del misterio terrible del pecado (de los pecados de los fieles y de sus propios pecados); por eso se acoge a la oración de ustedes. Yo les pido que recen siempre para que pueda tener un corazón de buen pastor como Jesús Buen Pastor, un corazón para amar y servir a todos por amor a Jesucristo», señaló.
Vida Capuchina
En su intervención, el nuevo Arzobispo de Santiago, agradeció también la formación y la fraternidad que por años ha vivido en su congregación, los Hermanos Menores Capuchinos. «Agradezco a la Orden de los Capuchinos y a cada uno de los hermanos que me han formado con sus consejos y admirables ejemplos, y que rezan por mí», indicó.
Junto con ello, también tuvo palabras para la vida consagrada. «Agradezco a tantas religiosas y religiosos fieles, generosos, sacrificados, apostólicos y orantes. Espero de todos la oración y la colaboración, y la fidelidad a su carisma. Queremos ser una Iglesia dispuesta para toda obra buena, donde cuantos son llamados a la práctica de los consejos evangélicos, que se entregan de una manera peculiar al Señor, vivan cada vez más para Cristo y para la Iglesia», añadió.
Por último, mirando la vida el San Francisco de Asís, dedicó especiales palabras a los sacerdotes, para que perseveren en la fe y en su vocación. «En este momento tan importante para mí, quisiera con San Francisco de Asís mirar desde la fe y con mi cariño especial a los sacerdotes “porque ellos consagran y administran el Cuerpo y la Sangre del Señor…” Quisiera ver en los sacerdotes la presencia y el rostro de Dios, y ayudarles a sentirse personas contentas de su Bautismo, contentos y entusiasmados de su vocación, de su ordenación, de su ministerio sacerdotal. Es Jesucristo quien los llamó y los llama en esta hora hermosa que vivimos», comentó.
Vocación del Laicado
Concluyendo su homilía, Mons. Aós centró su atención en la conteingencia social que vive nuestro país e instó a los laicos de la arquidiócesis a vivir la vocación de su bautizmo y poner a Cristo en el centro de sus vidas.
«Pasamos por días de agitación, de división y ataques (la división, la injusticia, la mentira, la violencia, son contrarios a nuestra condición cristiana, a nuestro compromiso bautismal). La palabra de Dios nos ha repetido que “en cualquier nación, el que lo teme y obra con rectitud es agradable ante Dios. Dios envió su Palabra anunciando a los Israelitas la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos” (Hechos 10, 35-36). Ningún cristiano puede quedarse de observador, menos aún de censor o de condenador; todos debemos preguntarnos ¿qué es la voluntad de Dios para mí? o con frase más familiar ¿qué haría Cristo en mi lugar? Todos los laicos son bautizados, y la promoción del laicado no consiste en pelear por puestos o servicios, sino que empieza por aprender a Jesucristo (su vida y hechos, su doctrina,) y por tener experiencia de Jesucristo y de Dios», dijo.
A lo anterior, instó a los laicos de la diócesis a que «vivan el gozo de su Bautismo, traten de poner a Jesucristo en el centro de sus vidas, sean testigos de Jesucristo en sus hogares, en sus barrios, en sus negocios y lugares de trabajo, en las carreteras y en las diversiones, en los hospitales, etcétera». A todos ustedes, laicas y laicos, les invito a participar y formarse mejor, y los invito a participar y ayudar a otros laicos a que se puedan enriquecer con el aporte y testimonio que usted ofrece ¡Qué bendición, qué modo más hermoso de vivir el ser bautizado, el conocer a Jesucristo y seguirlo tratando de pasar haciendo el bien a todos!», concluyó.
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