sábado , 23 noviembre 2024

Mensaje del Delegado Provincial Hno. Mauricio Silva dos Anjos, por la Fiesta de San Francisco de Asís

San Francisco de Asis

Mis Hermanos de la Delegación San Francisco de Asís de Chile, mis Hermanas Clarisas Capuchinas del monasterio de la Santísima Trinidad de Santiago y del Monasterio Santa Clara de Pucón, mis Hermanos y Hermanas, laicos y laicas capuchinos y de la Orden tercera, al pueblo de Dios simpatizante con nuestro carisma franciscano, deseo que qué ¡El Señor te dé la Paz!

En vísperas de la celebración de la fiesta de nuestro hermano Francisco Asís, nos sentimos siempre fascinados por su persona, por su acción y por su mensaje. San Francisco de Asís, con su radicalidad evangélica y su autenticidad humana, con su simpatía y cortesía fraterna ante las otras realidades que le rodeaban, fue generador e inspirador de humanidad, de una profunda unión de amor y respeto hacia la Iglesia, la sociedad y toda la creación.

En esta carta de celebración y de saludo a todos vosotros, Hermanos y Hermanas, queremos destacar el breve y esencial mensaje de la Regla Bulada (Rb 3,10-11): «Pero yo aconsejo y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que, cuando vayan por el mundo, no litiguen ni discutan con palabras, ni juzguen a los demás; pero sean amables, pacíficos y modestos, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene».

Este texto de la Regla nos recuerda cómo nosotros, Hermanos y Hermanas, debemos «ir por el mundo», en nuestro mundo de hoy, amándolo y acogiéndolo con sus luces y sus sombras, mirando a los grandes desafíos que nos presenta para nuestra vida y misión. Nunca en la historia de la humanidad el hombre y la mujer han logrado un desarrollo cultural, científico y tecnológico tan avanzado y globalizado como hoy. Esto lo hace capaz de realizar cosas grandes y bellas para la humanidad y el planeta. Al mismo tiempo, también somos testigos de cómo puede utilizar este poder desde una perspectiva únicamente egoísta, generando nuevas formas de pobreza, violencia, miedo y conflicto entre las personas y causando profundas heridas en la naturaleza.

Este texto de la Regla nos recuerda que nosotros, Hermanos y Hermanas, a través de nuestro modo de vida, necesitamos ser testigos de aquel bien que el ser humano es capaz de expresar, evitando en nuestras propias relaciones fraternas y sociales, los litigios y las disputas, cultivando en cambio, la benignidad, la modestia, la mansedumbre, la humildad, la honestidad, la misericordia, la compasión y la paz entre nosotros y entre todos los demás. Francisco, con textos sencillos y profundos y con sus gestos concretos y significativos, nos ha ofrecido un ideal religioso y humano que da un sentido auténtico y fascinante a nuestra vida, que debemos asumir primero y luego transmitir a los demás.

Francisco de Asís fue un hombre que supo ver y descubrir lo que estaba sucediendo dentro de él y en torno a él; fue un hombre de escucha, siempre atendió la voz de Dios y de los otros; fue hombre de encuentro con quien lo rodeaba; fue hombre de compromiso en su ambiente desgarrado por la violencia y la exclusión de personas.

Nosotros, franciscanos y Franciscanas, mirando a Francisco de Asís y al mundo de hoy, a través de nuestro estilo de vida y de los grandes valores contenidos en nuestra espiritualidad, podemos ofrecer un suplemento de alma a la cultura de nuestro tiempo. Podemos ofrecer también un suplemento de fraternidad, simpatía y cortesía a nuestra sociedad fracturada por tantas injusticias y violencias. Respondiendo así a la vocación de ser incansables anunciadores de Jesucristo, evangelizadores que alientan a cada bautizado a ser instrumento de pacificación y testigo creíble de una vida reconciliada (cf. EG 239).

En esta misión nuestra, el diálogo en sus dimensiones: ecuménico, interreligioso e intercultural es el instrumento poderoso que Dios ha puesto en nuestras manos y del que San Francisco es testimonio, para hacer de nuestras relaciones un encuentro de paz, con la esperanza de construir una sociedad justa, acogedora y fraterna. La fuerza atractiva y sugestiva de nuestro Hermano San Francisco de Asís se manifiesta en su capacidad de traducir la Palabra de Dios en términos no solo teológicos, sino también humanos y sociales, es decir, viviendo el Evangelio simultáneamente en todas sus relaciones: hacia Dios, hacia los hombres y las mujeres y hacia los seres de la creación. La Palabra, así encarnada, nos dará el Espíritu capaz de transformar e iluminar las diversas dimensiones de nuestra vida: religiosa, social, política, cultural, científica, económica y otras.

Y nosotros hoy, ¿cómo podemos seguir traduciendo este tesoro evangélico y nuestra experiencia de Dios en la fraternidad, en acciones y proyectos concretos, a favor de nuestros hermanos y hermanas? ¿Qué podemos hacer personalmente y en cada fraternidad en favor del diálogo, de la acogida de los pobres, del cuidado de la creación, al servicio del bien de la Iglesia y de la humanidad?

Celebrar la fiesta de san Francisco significa para nosotros no solo cantar sus alabanzas, sino también dejarnos envolver por las interpelaciones del Evangelio y de nuestro mundo de hoy, renovando nuestra vocación franciscana. Como Francisco de Asís, nosotros también queremos ser, a partir de nuestra vida fraterna, hombres y mujeres de esperanza. Aquella esperanza que es la otra cara del amor, pues quien ama sinceramente, espera lo impredecible. Queremos ser hombres y mujeres que saben ver el bien mayor y posible que Dios ha puesto en el corazón de cada persona y que puede cambiar el rumbo de la historia, de acuerdo con los proyectos de Dios, para la humanidad y para el mundo. Queremos ser aquellos y aquellas que esperan y podrán ver y realizar lo inesperado. Queremos ser hombres y mujeres de oración que alcanzan continuamente a Dios, fuente de toda apacigua su corazón y lo abre a una benévola reciprocidad.

La esperanza en el franciscanismo connota una actitud especial hacia la vida, hecha de coraje, de espíritu de creatividad, voluntad de arriesgar, espíritu optimista y compromiso social. La audacia, animada y sostenida por la esperanza cristiana, es el gran testimonio de la presencia activa de Dios en la Iglesia y en el mundo.

Que nuestro seráfico hermano Francisco, con su ejemplo y su intercesión, nos ayude a colaborar con todos los que creen en la capacidad creativa y solidaria de las personas, en la construcción de una sociedad más humana, fraterna, cordial y alegre. Haz que seamos benignos, pacíficos y modestos, mansos y humildes, honestos entre nosotros y con todos, para que en todo el mundo resplandezca la belleza y el amor misericordioso de Cristo.

¡Feliz fiesta de San Francisco!


Pucón , 03 de octubre de 2023
Hermano Mauricio Silva dos Anjos, OFMCap.
Delegado Provincial

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