«Y después que el Señor me dio hermanos, no quise más llamarme señor y maestro. Mas les llamaba hermanos,
y así me llamaban ellos, y así nos llamamos unos a otros».
(Testamento de San Francisco de Asís, Cap.14)
Con gran alegría y gratitud nuestra Delegación San Francisco de Asís de Chile, acoge con alegría la vida de los hermanos Jonathan Ponce y Orlando Lamema en nuestra Orden de Hermanos Capuchinos.
Hoy, ellos comienzan un camino de discernimiento y formación para vivir la experiencia de ser un hermano consagrado a Dios a través del carisma de San Francisco.
Queremos expresar nuestra más sincera bienvenida a ambos jóvenes, quienes han respondido con generosidad y entusiasmo al llamado del Señor. Su decisión de unirse a nuestra comunidad es un regalo para nosotros y un testimonio de la vitalidad de la vocación religiosa en nuestra Iglesia.
San Francisco de Asís, nuestro padre y modelo, nos enseñó que la vida consagrada es un camino de amor, simplicidad y servicio. Estos hermanos van a vivir una profunda experiencia de aspirar, a través del contacto directo con la vivencia Fraterna, la belleza de la vida franciscana por medio de la vida en fraternidad, de oración y dedicación al servicio de los pobres, que les permitirá crecer en su fe y realizar su llamado.
A estos jóvenes les decimos: ¡Bienvenidos! Estamos Alegres y motivados de que hayan elegido nuestra Orden para vivir su vocación. Les ofrecemos nuestra compañía, orientación y apoyo en este camino. Que la gracia de Dios los guíe y los fortalezca en su búsqueda de la santidad y el servicio a los demás.
Que la intercesión de San Francisco y la Virgen María acompañen a nuestros nuevos hermanos en su jornada.
¡Paz y Bien!
San Francisco de Asís nos inspira a vivir la santa pobreza y entregarnos totalmente a Jesucristo. Después de encontrar su verdadera familia en Dios, él mismo confesó: ‘Y después que el Señor me dio hermanos, no quise más llamarme señor y maestro. Mas les llamaba hermanos, y así me llamaban ellos, y así nos llamamos unos a otros.’ Siguiendo su ejemplo, podemos desprendernos de lo material, vivir con simplicidad y humildad, amar a los pobres y buscar la paz. Con fe, esperanza y caridad, podemos unirnos como hermanos y hermanas en Cristo, y vivir una vida plena de sentido y propósito, entregados al amor y servicio de Dios.