San Francisco de Asís: hombre de fraternidad,
de esperanza, de escucha, de encuentro y de acogida.
Mis Hermanos de la Delegación San Francisco de Asís de Chile, mis hermanas Clarisas Capuchinas del Monasterio de la Santísima Trinidad de Santiago y del Monasterio Santa Clara de Pucón, mis Hermanos vocacionados, mis Hermanos y Hermanas de la OFS, los Laicos y Laicas capuchinos y los queridos jóvenes CAMJOCAP, al pueblo de Dios simpatizante con nuestro carisma Franciscano-Clariano, deseo qué ¡El Señor te dé la Paz!
Al celebrar la fiesta de nuestro santo fundador, padre y hermano Francisco de Asís, nos sentimos siempre fascinados por su persona, por su acción y por su mensaje. San Francisco de Asís, con su radicalidad evangélica y su autenticidad humana, con su simpatía y cortesía fraterna ante las otras realidades que lo rodeaban, fue generador e inspirador de humanidad, de una profunda unión de amor y respeto hacia la Iglesia, la sociedad y toda la creación.
En este mensaje de celebración y saludo a todos vosotros, quiero destacar el breve y esencial mensaje de la Regla Bulada (Rb 3,10-11): «Aconsejo, sin embargo, admiro y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que cuando vayan por el mundo no discutan ni se peleen con palabras, ni juzguen a los demás; sino sean amables, pacíficos y modestos, mansos y humildes, hablando a todos honestamente como es debido».
Este texto de la Regla nos recuerda cómo nosotros, como hermanos Menores, debemos «ir por el mundo» en nuestro mundo de hoy, amándolo y acogiéndolo con sus luces y sombras, mirando los grandes desafíos que nos presenta para nuestra vida y misión. Nunca en la historia de la humanidad, el ser humano ha logrado un desarrollo cultural, científico y tecnológico tan avanzado y globalizado como hoy. Esto lo hace capaz de realizar grandes y bellas cosas para la humanidad y el planeta. Al mismo tiempo, somos testigos de cómo puede usar ese poder en una perspectiva exclusivamente egoísta, generando nuevas formas de pobreza, violencia, miedo y conflicto entre las personas y causando profundas heridas en la naturaleza.
Este texto de la Regla nos recuerda que nosotros, Hermanos y hermanas Menores, a través de nuestro modo de vida, debemos ser testigos de aquel bien que el ser humano es capaz de expresar, evitando en nuestras propias relaciones fraternas y sociales los litigios y las disputas, cultivando en cambio la benignidad, la modestia, la mansedumbre, la humildad, la honestidad y la paz entre nosotros y entre todos los demás. Francisco, con textos sencillos y profundos y con sus gestos concretos y significativos, nos ha ofrecido un ideal religioso y humano que da un sentido auténtico y fascinante a nuestra vida, que debemos asumir en primer lugar y luego transmitir a los demás.
Francisco fue un hombre que supo ver y descubrir lo que estaba sucediendo dentro de él y alrededor de él; fue un hombre de escucha, siempre escuchando la voz de Dios y de los demás; fue un hombre de encuentro con quien le rodeaba; fue un hombre de compromiso en su medio desgarrado por la violencia y la exclusión de las personas.
Nosotros, los Hermanos y las Hermanas Menores, mirando a Francisco y al mundo de hoy, a través de nuestro estilo de vida y de los grandes valores contenidos en nuestra espiritualidad, podemos ofrecer un suplemento de alma a la cultura de nuestro tiempo. Podemos ofrecer también un suplemento de fraternidad, simpatía y cortesía a nuestra sociedad fracturada por tantas injusticias y violencias. Respondiendo así a la vocación de ser anunciadores incansables de Jesucristo, evangelizadores que animan a cada bautizado a ser instrumento de pacificación y testigo creíble de una vida reconciliada (cf. EG 239).
En esta nuestra misión, el diálogo en sus dimensiones: ecuménica, interreligiosa e intercultural es el instrumento poderoso que Dios puso en nuestras manos y del cual San Francisco es testimonio, para hacer de nuestras relaciones un encuentro de paz, con la esperanza de construir una sociedad justa, acogedora y fraterna. La fuerza atractiva y sugestiva de nuestro Padre San Francisco se manifiesta en su capacidad para traducir la Palabra de Dios en términos no solo teológicos, sino también humanos y sociales, es decir, viviendo el Evangelio simultáneamente en todas sus relaciones: Para con Dios, para con los hombres y para con los seres de la creación. La Palabra, así encarnada, nos dará el Espíritu capaz de transformar e iluminar las diversas dimensiones de nuestra vida: religiosa, social, política, cultural, científica, económica y otras.
Y nosotros hoy, ¿cómo podemos seguir traduciendo este tesoro evangélico y nuestra experiencia de Dios en la fraternidad, en acciones y proyectos concretos, a favor de nuestros hermanos y hermanas? ¿Qué podemos hacer personalmente y en cada Fraternidad, por el diálogo, la acogida de los pobres, el cuidado de la creación, la paz, la esperanza, la cercanía al servicio del bien de la Iglesia y de la humanidad?
Celebrar la fiesta de san Francisco significa para nosotros no solo cantar sus alabanzas, sino también dejarnos envolver por las interpelaciones del Evangelio y de nuestro mundo de hoy, renovando nuestra vocación franciscana. Como Francisco, también nosotros queremos ser, a partir de nuestra vida fraterna, hombres y mujeres de esperanza. Esa esperanza que es la otra cara del amor, pues quien ama sinceramente espera lo imprevisible.
En esta fiesta de san Francisco nuestros hermanos menores estamos llamados a ser hombres y mujeres que saben ver el bien mayor y posible que Dios ha puesto en el corazón de cada persona y que puede cambiar el curso de la historia, según los proyectos de Dios, para la humanidad y para el mundo. Estamos llamados a ser los que esperan y pueden ver y realizar lo inesperado. Somos llamados a ser hombres y mujeres de oración que continuamente llegan a Dios, fuente de toda paz, que abre su corazón a una benevolente reciprocidad.
La esperanza en el franciscanismo denota una actitud especial ante la vida, hecha de valor, espíritu de creatividad, voluntad de arriesgar, espíritu optimista y compromiso social. La audacia animada y sostenida por la esperanza cristiana, es el gran testimonio de la presencia activa de Dios en la Iglesia y en el mundo.
Nuestro seráfico padre y hermano Francisco de Asís, con su ejemplo e intercesión, nos ayude a colaborar con todos los que creen en la capacidad creativa y solidaria de las personas para construir una sociedad más humana, fraterna, cordial, alegre y de paz. Haz que seamos bondadosos, pacíficos y modestos, mansos, y humildes, honestos entre nosotros y con todos, y hombres y mujeres da esperanza para que en todo el mundo resplandezca la belleza y el amor misericordioso de Cristo.
Con mi mejor deseo de una feliz fiesta de San Francisco en este centenario de los estigmas, os saludo con cálida fraternidad, permaneciendo en profunda comunión en un día tan hermoso para toda nuestra familia de hermanos y hermanas.
De la Fraternidad Santa Cruz de Pucón,
03 de octubre de 2024.
Fraternalmente,
Hermano Mauricio Silva dos Anjos, OFMCap.
Delegado Provincial