La vida fraterna es un verdadero tesoro. En nuestra vida de hermanos menores, encontramos en el otro la grandiosidad de nuestro Dios que vive en cada corazón, transformando nuestras fraternidades en verdaderas casas de acogida y de alegría.
En estos días, los hermanos tuvieron la oportunidad de tener momentos de formación y de convivencia fraterna con la fraternidad local, animando sus vidas con la presencia de Dios, viviendo juntos este encuentro con alegría y espíritu fraterno.
Pidamos al Señor que conduzca siempre la vida de nuestros hermanos formandos de nuestra delegación, para que sus vidas sean siempre en el mundo un instrumento de la paz del Señor.