Éxodo 20, 1-17: El Decálogo = palabras de la Alianza que Israel ha de observar para poder ser un Pueblo “consagrado” y “Propiedad especial” de Dios.
1Corintios 1,22-25: El Mensaje cristiano se enfrenta con los prejuicios del mundo griego y judío.
Juan 2,13-25: Un gesto mesiánico: Jesús viene a purificar la corrupción del culto judío. Se promete un Templo mejor.
1.- Hemos escuchado una de las versiones del “Decálogo”, que no se llama “Ley”, sino Palabras, porque dan a conocer al Señor, al que salvó a su Pueblo. Palabras que para Israel serán la base para ser un Pueblo “consagrado” y “Propiedad especial de Dios”.
Estas palabras son las dos coordenadas con las que se fundamenta el Pueblo creyente: – se le exige reconocer al Señor como el único Dios que salva. Por eso, se ha de excluir toda otra divinización de falsos absolutos, porque sólo el Señor es el único Absoluto. – Pero también se le exige honor y respeto a la persona. Se prohíbe toda forma de daño a la persona humana y a sus bienes.
Podría decirse que el texto nos presenta la estructura íntima de la Alianza: Dios y el Hombre. Todo sistema que excluya a Dios o al hombre es un sistema perverso.
2.- Pablo nos presenta el misterio de la salvación por medio de la muerte y la cruz de Cristo; salvación que no se realiza ni por los conocimientos filosóficos o religiosos. Las ideologías no salvan; la ideología no nos define como cristianos, sino la Sabiduría de la Cruz.
Los cristianos sabemos a quién nos hemos confiado; no a la ciencia, ni al arte de la religión, sino a Cristo muerto y resucitado. Porque nosotros tenemos fe no en algo, sino en Alguien, que es la expresión máxima del Amo de Dios.
3.- Por supuesto que esto no lo entiende el mundo, el ajeno a Jesucristo. El mundo tiene otras coordenadas, tiene otro esquema.
Cuando se endiosa el poder, el sistema o la ideología, es el hombre el que sufre, es la persona la atropellada, la que es reducida a una pieza de un sistema, es valorada por lo que produce o posee, pero no por lo que es. Hoy día existe el dios mercado y la diosa ganancia que todo lo avasallan.
Por eso el mundo no entiende la Sabiduría del Evangelio. Y hay cristianos que, según el decir de san Pablo, “viven como enemigos de la cruz de Cristo” (Filipenses 3,18). Por eso su destino es la perdición, el fracaso. En verdad, nosotros estamos en otra, porque somos el “Pueblo preferido” de Dios.
4.- Eso quiere Dios, un Pueblo santo, diferente.
Por eso el Señor nos da a entender en el evangelio de hoy a qué viene, a qué es enviado. Él viene a poner las cosas en su lugar, viene a transformarlo todo. El Templo, que se había convertido en un mercado, debe ser sustituido por un Templo mejor, Jesús bendito, quien con su vida y muerte rindió el mejor culto a Dios. Ya que Jesús es el nuevo Templo de la gloria de Dios. Realmente lo que Jesús realizó fue un gesto mesiánico; da a conocer la corrupción a la que había llegado el Pueblo de Dios y declara anulado, anticuado lo que allí se realiza.
En este tiempo de cuaresma tenemos que revisarnos. ¿Estaremos conformándonos con un culto externo, rico en signos y ceremonias, pero vacío de lo principal? ¿Y qué es lo principal?? “Escucha Israel…”, comunidad, Iglesia: el Señor es uno solo y a Él hay que amar y, al mismo tiempo, ama a tu prójimo. Si hacemos esto viviremos y seremos auténticos cristianos.
Con el salmista podemos, en verdad, decir: “Señor, tú tienes palabras de vida eterna”. Revisemos el fundamento de nuestra fe y corrijamos lo que hay que corregir.
Hermano Pastor