«Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración, atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve, a nosotros, a nuestra ciudad y al mundo entero.»
La devoción a la Inmaculada es muy antigua. Basta recordar que la fiesta es conocida ya en el siglo VIII. Desde 1263, la Orden Franciscana celebró con mucha solemnidad la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre de cada año y solía cantar la Misa en su honor los sábados. En 1476, el Papa Xisto IV colocó la fiesta en el calendario litúrgico de la Iglesia. Desde la proclamación del dogma, la fiesta de la Inmaculada Concepción pasó a ser día santo de precepto.