La luz profética de Santa Clara no solo brilló el en período de la edad Media, pero continua a ser luz referencial para toda la humanidad de hoy que, en este momento, atraviesa por diferentes situaciones de tinieblas. Queremos invocar Santa Clara y pedir su intercesión por nosotros, para que seamos una humanidad reconciliada y pacificada; una humanidad cuidadora, fraterna y profética; una humanidad transfigurada por medio del Amor de Deus; una humanidad reconstruida en la fe y compadecida con los dolores de los hermanos y de la creación; una humanidad alimentada por la esperanza de un mundo mejor, con la propuesta de “una forma de vida con el sabor del Evangelio” (Fratelli tutti, n.1).
Mis hermanos de la Delegación San Francisco de Asís de Chile, mis Hermanas Clarisas Capuchinas del monasterio de la Santísima Trinidad de Santiago y del Monasterio Santa Clara de Pucón, mis hermanos y hermanas, laicos y laicas capuchinos y de la Orden tercera, al pueblo de Dios simpatizante con nuestro carisma franciscano, deseo qué ¡El Señor te dé la Paz!
Para la Familia Franciscana, el día 11 de agosto es especial porque la iglesia celebra la Fiesta de Santa Clara, una de las santas más amadas que vivió en el siglo XIII. En las Fuentes Franciscanas y Clarianas encontramos, además de sus escritos, el testimonio de los que vivieran cerca de su presencia y lo que dijeran y escribieran sobre su vida y historia. El testimonio de esa noble mujer muéstranos su coraje y fe inquebrantable, capaz de conducir una renovación de la iglesia.
Canonizada dos años después de su muerte, en 1255, su vida y historia está guardada en el misterio y en el simbolismo de la luz. En la Bula de su Canonización, expresa el Papa Alexandre IV: “Brilló en el siglo y resplandeció en la religión. ¡En esta casa fue luminosa como un rayo, en el claustro una verdadera claridad de un relámpago! Brilló en la vida, irradia después de la muerte. ¡Fue clara en la tierra y reluciente en el cielo! ¡Como es grande la vehemencia de su luz y como é vehemente la iluminación de su claridad! Se quedaba esa luz cerrada en el secreto del claustro, pero emitía rayos brillantes para fuera. Fue guardada en un enlace estrecho del convento, y se desparramaba por el amplo mundo. Conservaba dentro y expelía fuera, pues Clara se escondía, pero su vida manifestaba; Clara se callaba, pero su fama clamaba; encerrada en la cela y era conocida por las ciudades del mundo” (BC 9 – 14).
La luz profética de Clara de Asís brilló en la edad media y continúa iluminando en nuestros días, marcados por las sombras y tinieblas, pues las heridas de la vida humana y de la creación se agravan cada día más, particularmente las heridas de nuestros hermanos y hermanas más sencillos y vulnerables. Pero ¿de qué fuente venia esta fuerza impetuosa?, ¿ese ardor que compartía luz capaz de iluminar todos que estaban en su presencia y cuya claridad se extendía fuera de los muros del claustro?
Profundando los textos de las fuentes Franciscanas y Clarianas, percibimos que la experiencia de Clara fue marcada por la dinámica del encuentro (TestC 2; 24), de la escucha (PC 2, 23) y del discernimiento (RSC IV). Podremos decir que, a partir de su experiencia del encuentro, de su escucha activa, con la debida sabiduría y inteligencia, una fuerza mayor movía su interior y, saliendo de sí misma, permitía en su libertad ser transformada por la misericordia y gracia del Altísimo. Fruto de esa experiencia era la sabiduría para el bien discernir y actuar de forma coherente con el Evangelio.
En la realidad contemporánea, marcada por las sombras y tinieblas somos convocadas y convocados a buscar luz, escuchar y realizar discernimientos para reavivar la esperanza. En Clara de Asís, es posible encontrar la luz y inspiración para nuestras acciones, pues su vocación evangélica en el camino franciscano (TestC 24) es un testimonio que ilumina y llévanos hacer un cuestionamiento sobre nuestra dinámica de seguimiento de Jesucristo en la realidad donde vivimos.
De su experiencia que jorra luz, posamos aprender la dinámica del encuentro, de la escucha y del discernimiento y, solamente así podremos colaborar en la edificación de una sociedad con las características del Reino de Dios: más abierta y fraterna; más cuidadora y profética, “con sabor del Evangelio” (cf. Fratelli Tutti, n.1). Especialmente en el día 11 de agosto, en sintonía y unidad con toda la Familia Franciscana, queremos invocar y suplicar la intercesión de Santa Clara para que ruegue junto al Altísimo por toda la humanidad y especialmente por nosotros sus hijos y hijas.
En la delicada arte de caminarnos juntos, “el Altísimo Padre Celestial, por su misericordia y gracia” ilumine nuestros corazones y inspírenos el máximo de los nuestros sentimientos para bien vivimos nuestras relaciones a partir de nuestras fraternidades y que ellas sean un espacio sinodal donde ocurre el encuentro, la escucha, el discernimiento, la evaluación e el planeamiento. Que, el Espíritu Santo que es Luz y protagonista de la renovación, enséñanos a caminar en las sombras y nos lleve a repensar y reconstruir nuestro modo de ser y de actuar en su dimensión paradigmática, no solamente programática.
Agradecido a Dios por el ejemplo y testimonio de santidad de Santa Clara bellamente celebrada en el día 11 de agosto y confiando en su protección, puedo concluir con las mismas palabras de la Bendición que ella creó para sus hermanas: “Os bendigo en mi vida y después de mi muerte, en cuanto puedo y más aún de lo que puedo, con todas las bendiciones con que el Padre de las misericordias bendijo a sus hijos e hijas y los bendecirá en el cielo y en la tierra y con los cuales un padre y madre espiritual bendice y bendecirá sus hijos e hijas espirituales. Amén”.
¡Buenas fiestas! Fraterno abrazo.
Santiago, 11 de agosto de 2023.
Hermano Mauricio Silva dos Anjos, OFMCap.
Delegado Provincial