Queridos hermanos: Paz y Bien en estas vísperas de SanFrancisco.
Celebrarla fiesta de San Francisco en las circunstancias concretas en que nos encontramos es un momento de gracia, una ocasión para detenernos, escuchar a nuestro corazón, acoger y renovar la gracia de la vocación y misión.
Francisco al final de su vida mira su historia, tal como ha sido, desde el amor misericordioso de Dios. Cae en la cuenta de que Dios siempre, hasta en los momentos más oscuros, ha estado presente y ha actuado. Por eso brota en él la gratitud, la confianza y el deseo profundo de vivir intensamente el proyecto de Dios hasta el final.
Mirar nuestra vida, la de cada uno, y la de los demás, desde ese amor misericordioso de Dios, es lo que nos libra del fatalismo, de la frustración y el peligroso juego de echar la culpa a los demás. Nos acecha el virus del desaliento y la división, que nos impiden vivir este tiempo como tiempo de Dios.
La pandemia y la crisis nos han obligado a encontrarnos con nuestra propia fragilidad, espacio ideal para acoger la misericordia y actuar con misericordia. Desde esa misericordia podemos mirarnos como hermanos y rehacer las relaciones con nosotros mismos, con los demás y con Dios.
El Señor liberó a Francisco de la cárcel de su egocentrismo, conduciéndolo a los leprosos, y él se dejó conducir. Al abrazar al leproso, experimentó la misericordia y actuó con misericordia. Así aconteció el gran milagro: comenzó a olvidarse de sí mismo y a abrirse y donarse a los demás. Se va despojando, y hace un camino de compasión, de ternura, humildad, paciencia y solidaridad.
Es el camino franciscano de la conversión, que nos librará de la amargura de nuestro egocentrismo. El encuentro con el leproso, el cuidado de los leprosos será la mejor manera de celebrar a San Francisco y convertirnos en hermanos menores.
Les felicito por San Francisco y pido al Señor que nos conceda vivir algo de la misericordia que él acogió y practicó. Un abrazo,
Hno. Miguel Ángel Áriz
Ministro provincial
Santiago, 2 de octubre 2020
con cariño hacia mi comunidad capuchina, desde esta ciudad de concepcion a muchos de los suyos que se fueron a la casa del señor y que los recuerdo en mi oracion, no los nombrare para que nose sientan, solo se que ellos tenia su lugar dispuesto por S.Francisco, nuestro padre ,me lleno de alegria al recordar porque recuerdo cuando llegue a esta religion el dia de mi primera comunion….y desde ahi me quede como una nueva familia,…me da pena el hecho que entregaron la iglesia donde naci, porque la conoci desde sus cimientos, solo decir Gracia a los Capuchinos, PAZ Y BIEN.